La agitación y el malestar se palpaban
en Madrid desde el viaje de Fernando para presentarse ante Napoleón en Bayona.
En la capital española estaba el general napoleónico Murat, que secundaba la
idea de su superior de reprimir cualquier insurrección de “la canalla de
Madrid”. La gente comenzó a organizarse de manera que no sospechara demasiado
el ya considerado invasor francés. Entre ellos se encontraban el conde de Teba
y el duque del Infantado, que junto a los comerciantes Betrán de Lis habían
reunido varios centenares de hombres armados para luchar por Fernando VII y
preparando un levantamiento antes de que finalizara el mes de abril.
Mientras los oficiales y altos mandos del ejército español se escondían ante el poderío galo, algunos soldados plantaron cara en Madrid, como son los casos del capitán de artillería del parque de Monteleón, Pedro Velarde y el capitán Luis Daoíz. El primero propuso una idea: concentrar al ejército español en al norte y sur del río Tajo, con el recurso más que necesario de poder replegarse a Portugal y verse protegido por Gran Bretaña. Cuando se lo planteó al general O’Farril, éste se alarmó y erradicó el plan de un plumazo.
Mientras los oficiales y altos mandos del ejército español se escondían ante el poderío galo, algunos soldados plantaron cara en Madrid, como son los casos del capitán de artillería del parque de Monteleón, Pedro Velarde y el capitán Luis Daoíz. El primero propuso una idea: concentrar al ejército español en al norte y sur del río Tajo, con el recurso más que necesario de poder replegarse a Portugal y verse protegido por Gran Bretaña. Cuando se lo planteó al general O’Farril, éste se alarmó y erradicó el plan de un plumazo.
Murat, quizás al tanto de que la
situación se estaba caldeando en Madrid, envió doscientos cincuenta soldados al
arsenal del parque de Monteleón, donde sólo veinte artilleros españoles lo
defendían, entre ellos Luis Daoíz.
En el pueblo de Móstoles, en el día
histórico del 2 de mayo, se anunció un mensaje del alcalde(1):
“Señores de justicia de los pueblos a
quienes se presentase este oficio, de mí, el alcalde de Móstoles:
Es notorio que los franceses,
apostados en las cercanías de Madrid y dentro de la Corte, han tomado la
defensa sobre este pueblo capital y las tropas españolas de manera que en
Madrid está corriendo a esta hora mucha sangre; como españoles es necesario que
muramos por el Rey y por la Patria, armándonos contra unos pérfidos que su
calor de amistad y alianza, nos quieren imponer un pesado yugo, después de
haberse apoderado de la augusta persona del Rey: procedamos, acudiendo al
socorro de Madrid y demás pueblos y alentándonos, pues no hay fuerzas que
prevalezcan contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son. Dios
guarde a usted muchos años.”
En el amanecer del 2 de mayo, a las
puertas del Palacio Real de Madrid, una enorme muchedumbre, el pueblo de la
capital, se había congregado. Allí había talabarteros de la Cava Baja,
zapateros del Arco de Cuchilleros, barberillos de Lavapiés, etc. La familia
real estaba abandonando el Palacio, pero de repente uno de los criados
manifestó a la población que el infante Francisco de Paula lloraba porque no se
quería ir. Coléricos, frustrados y hartos de la situación, se abalanzaron sobre
Auguste Lagrange, que era ayudante del general Murat, y que había ido para
conocer de primera mano qué pasaba. Consiguió zafarse y guarnecerse en el
Palacio, en tanto que llegaban al lugar tropas francesas y sin miramientos
dispararon sobre la gente. Hubo muchos muertos y heridos. La mecha en Madrid ya
estaba encendida.
A mediodía, en el parque de Monteleón
se llena de personas que exigen armas a los que se encuentran encerrados en el
palacio del lugar. Entre ellos sale Velarde para hablarles, diciendo: “Las
órdenes del capitán general no tienen valor, atendiendo al estado en que se
halla el pueblo”. Con esto, en Madrid comienza a generalizarse la rebelión.
Murat, informado al respecto, envía miles de tropas a la capital. La lucha será
encarnizada.
Comandados por militares que no
superaban el rango de capitán, como Daoíz, Velarde, el teniente Ruiz, el
subteniente Carpegna, entre otros, la masa popular se encara al francés
invasor, mientras que los altos mandos del ejército español o han huido o se
han quedado de brazos cruzados. También es importante recordar a mujeres como
Clara del Rey, ayudando a los artilleros que abrían fuego contra los soldados
franceses, o Manuela Malasaña, que pereció combatiendo junto a su padre, y
otras tantas valientes como Benita Pastrana y María Deano.
Murat mandó a Lagrange a Monteleón con
dos mil soldados contra apenas doscientos. En la batalla murieron Velarde y
Ruiz, y a causa de las heridas, días más tarde, Daoíz. Antes de que la tarde
termine, en Madrid las revueltas se sofocan.
En los otros estamentos sociales de la
España invadida, la alta nobleza y el clero en su mayoría, acordaron ponerse al
servicio de Murat en particular y del ejército francés en general, cuando el
resto de la población madrileña sucumbía días después en fusilamientos. Se
crearon varios artículos a favor de la represión(2):
“Artículo I. El general Grouchy
convocará esta noche a la Comisión Militar.
Artículo II. Todos los que durante la
revuelta han sido detenidos con armas en la mano serán fusilados.
Artículo III. La Junta de Estado va a
proceder al desarme de la villa de Madrid. Todos los habitantes que, después de
la ejecución de esta medida, sean detenidos armados o conserven armas sin un
permiso oficial, serán fusilados.
Artículo IV. Toda reunión de más de
ocho personas será considerada como un grupo sedicioso y dispersado a tiros.
Artículo V. Toda villa en la que sea
asesinado un francés será arrasada por el fuego.
Artículo VI. Los amos serán
responsables de sus criados; los jefes de talleres, de sus obreros; los padres,
de sus hijos; y los superiores de los conventos, de sus frailes.
Artículo VII. Los autores,
distribuidores o vendedores de pasquines, impresos o manuscritos, incitando a
la sedición, serán considerados como agentes de Inglaterra y fusilados.”
(1) De
ABELLA, R., NART, J., Guerrilleros. El
pueblo español en armas contra Napoleón (1808-1814), ed. Temas de Hoy,
2007. Págs 38-39.
(2)
De ABELLA, R., NART, J., Guerrilleros. El
pueblo español en armas contra Napoleón (1808-1814), ed. Temas de Hoy,
2007. Pág. 47.
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